Por: Alvaro Cueva

Si hay una telenovela que he admirado, desde la escena uno de su capítulo uno, es Yo no creo en los hombres, de Televisa.

Por eso hoy voy a hacer algo que tenía años de no hacer: suplicarle que, por nada del mundo, se vaya a perder los episodios que se van a transmitir durante esta semana.

¿Por qué? Porque van a ser los últimos y, porque definitivamente, va a ser uno de los acontecimientos artísticos más importantes de la temporada.

¡Ojo!, si algo tiene esta semana en la fuente de televisión es información.

¿Qué tan grande no será Yo no creo en los hombres que decidí escribirle hoy de esto en lugar de alguno de los otros estímulos que vamos a tener en las diferentes ventanas que integran el universo de la televisión?

Sí, yo sé que a lo mejor usted es un joven del siglo XXI que desprecia las telenovelas o un comprometido intelectual de izquierda que odia todo lo que venga del duopolio que nos esclaviza.

Bueno, hasta usted, que es tan avanzado, que es tan culto, tiene que ver esta obra maestra del melodrama mundial.

La razón es muy simple: aquí están las claves de lo que es y debe ser la adaptación de un clásico del entretenimiento colectivo para la televisión abierta de hoy.

Si usted no lo quiere reconocer o no está dispuesto a aprender, pues qué pena, pero a veces vale la pena ser humilde y estudiar esta clase de manifestaciones culturales.

Digo, si no lo hacemos nosotros, lo harán los colombianos, los brasileños o los coreanos para que luego, en la cúspide del malinchismo, les rindamos honores por copiarnos.

¿Qué pasa con esta producción de Giselle González? ¿Por qué es tan importante?

¿A quién le puede interesar si la prensa rosa y sus seguidores siempre encuentran un pretexto para hablar de cualquier otra tontería menos de esto?

Yo no creo en los hombres es una cátedra de televisión. Si yo estuviera dando clases de telenovela en este momento, la utilizaría como libro de texto.

Por un lado, está inspirada en un magnífico texto original de Caridad Bravo Adams, que se ha grabado en ene versiones de cine, radio y televisión.

Solo que ahora, Aída Guajardo, su adaptadora, la convirtió en otra cosa, sin dejar de respetarla.

¿Cómo que en otra cosa si la está respetado? Ahí está la gracia de esta adaptación.

Si usted la compara con cualquiera de las versiones del pasado, comenzando por su gran original para radio, descubrirá que ahí está todo el estilo de Caridad Bravo Adams.

Lo interesante es que haga de cuenta que la señora reencarnó y nos volvió a escribir su telenovela tal y como se tiene que hacer el día de hoy.

Sustituyendo la figura de la protagonista única por un asunto más coral, combinando el lenguaje de la telenovela tradicional mexicana con el de las mejores series producidas en América Latina y actualizando todo lo concerniente a emociones, leyes y conflictos sociales.

¿Resultado? Un prodigio que aplica, incluso, antes las limitaciones técnicas y editoriales de la televisión abierta de 2015.

No puedo creer, por ejemplo, que hasta los avances de los próximos capítulos sean maravillosos en esta pieza, mucho menos el tema de la credibilidad.

Yo no creo en los hombres, como buena telenovela carcelaria, es muy peligrosa si se le mira desde la perspectiva legal. Hubiera sido muy fácil cometer errores.

¡Pues qué cree! Es creíble y no solo desde la parte legal, también desde la parte médica, que es poco menos que el talón de Aquiles de todos los melodramas nacionales.

La próxima vez que usted se quiera ver muy listo atacando a la televisión mexicana por irreal, lávese la boca antes de hablar de Yo no creo en los hombres.

Aquí nos tenemos que poner de pie, pero no nada más por sus libretos, también por la dirección de Eric Morales y Luis Vélez.

Por favor, cuando la mire, dese cuenta de que lo que estamos viendo no se ve como se ven todas las telenovelas, se ve real sin dejar de ser un cuento de hadas.

Esto es de verdad, pero también está lleno de ilusión, de romance, de cuestionamientos sociales y hasta de poesía. ¡Es inmenso!

Hay tantos valores humanos y de producción en esta emisión que ojalá y Giselle González tenga oportunidad de plasmarlos en un libro como alguna vez lo hiciera Carla Estrada.

Nada más le voy a dar un dato: ¿cómo le hicieron todas las personas que intervinieron en este concepto para convertirlo, de proyecto de denuncia, en oda a la maternidad? ¿¡Cómo!?

¿Cómo le hicieron esos fotógrafos, editores, iluminadores y musicalizadores para lucirse a ese nivel? ¿Cómo le hicieron todos esos magníficos actores para dar tanto, para dar el 100 justo ahora que casi nadie lo da?

Hay muchas cosas que podemos decir de Yo no creo en los hombres. Muchas.

Por favor, luche por verla de aquí al domingo, por reconocerla, por comprenderla, pero, sobre todo, por disfrutarla. Le va a encantar. ¿O usted qué opina?

Por: Ricardo Escobar.

Su nombre está firmado con la tinta del prestigio…Gracias a su disciplina y su trabajo a logrado un lugar privilegiado en el medio artístico…Su nombre Azela Robinson….Es mujer de una sola pieza, de las que ya no se encuentra el molde. Culta, inteligente, guapa, no le gustan las entrevistas, ni tener trato con toda la prensa. Es selectiva en ese aspecto. ¡Quizá porque desde niña conoció el rigor periodístico!
Su padre Alan Robinson, fue un prestigiado periodista a quien tuve el placer de conocer, Azela me lo presentó, con mucho orgullo hace más de diez años…Tuvo el gusto de platicar con él, un inglés amable, fraterno, inteligente. Pocos saben que Azela también heredo la vena artística por su madre Nadja Cañedo, bailarina y hermana del actor Roberto Cañedo.
Sin embargo la actriz de una belleza exuberante, decidió abrirse camino, por méritos propios.  Actualmente está en pantalla en la telenovela “Yo no creo en los hombres”, donde ha hecho un trabajo, considerado por muchos críticos, como una maestría en actuación. Le da vida a Josefa una mujer dolida por la muerte de su hija, sumergida en el dolor, y en la sed de venganza. Su personaje, no utiliza maquillaje, ni rubor, ni siquiera pasa un peine por su frondosa cabellera, su color preferido es el negro y el gris.
FOTOS: Así se grabó el parto de María Dolores en Yo no creo en los hombres ¡Exclusiva!
Azela no tardó en darle pinceladas a este personaje…”Tome una rasuradora y me hice unas mordidas de burro en el cabello, pedí tres blusas y tres faldas, esta mujer no podría tener más”.
Azela para bordar este personaje, decidió sacrificar su belleza, ocultarla, para dar vida y realismo a un ser humano dominado por la oscuridad, se olvido del maquillaje y de las sombras.

Incontables veces me ha dejado suspirando, con sus actuaciones, pero hace unos días llegó a la redacción de Televisa Espectáculos, un material no editado, dónde Azela en su personaje de Josefa sufre la muerte de un ser cercano.
Azela prestó su cuerpo y sus emociones a Josefa,  cuándo el director Eric Morales dijo: “¡Corte!”…Ella Azela o Josefa continuaba con esa intensidad, con ese sentimiento, que solo logran las primeras actrices…Eric se acercó y la abrazó…”¡Excelente trabajo, muy bonito, muy buen trabajo!”…Yo mientras veía la escena, mis ojos se cristalizaban. Fue cuando decidí ir a buscarla en el Foro y proponerle una entrevista.
“¡Azela te admiro!” …le dije,  “¡Quiero hacerte una entrevista”…Su rostro se iluminó con una sonrisa y nos fundimos en un abrazo. Tenemos años de una amistad muy respetuosa, he visto como ha hilvanado otros personajes entre ellos otro grande…Dinorah en Cañaveral de Pasiones. Azela me dijo cuándo quieras platicamos. Pidió no estar vestida en su personaje, sino como ella es, regresar al glamour de actriz.

Llego deslumbrante a la entrevista, maquillada, peinada, con un olor tenue pero delicioso. Desde el fondo de mi corazón agradecí tal atención…Y sobre todo llegó dispuesta a disfrutar la plática y contar, como había logrado llegar hasta el lugar donde se encontraba.
Por primera vez hablo de su vida privada, me confesó “No ha sido nada fácil ser madre soltera y sacar adelante mi hijo”…La actriz por primera vez no actuaba, sus sentimientos frente a la cámara eran reales…Azela tiene un hijo al que se ha dedicado en cuerpo y alma.  Con voz firme me dijo “El tango lo bailan dos, y aquí tú sabes cómo son los horarios de largos, y mi hijo alguna vez me reclamo mis ausencias, y comprendo que el haya sentido mi ausencia, pero no aceptó al cien que yo no haya estado, porque siempre estuve con él, siempre estuve!” me dijo enfática.
Sin máscaras, ni caretas me dijo “Soy una mujer de clase media, que me las vi duras para sacar adelante a mi familia”….Confirmó lo que todos sabemos “Amo a mi profesión, la actuación”.
En más de treinta años de carrera, lo mismo ama el teatro, que el cine y la televisión. Prefiere a las villanas, aunque también ha hecho personajes nobles, y de buenos sentimientos. Pero asegura que las villanas son más como el ser humano, con temperamento, con inteligencia.
Asegura que el teatro es el mejor medio donde se forja la carrera de un actor. Respecto a si en un futuro le gustaría interpretar a la gran villana televisiva Catalina Creel, fue respetuosa, me expresó contundente…”María Rubio, solo hay una, nadie tiene su elegancia, su manera de decir las cosas sin mover un musculo”…”Hay cosas que deben de quedarse como están un clásico y no tocarse”.
De carácter fuerte y sin titubeos, me dijo “No creo que me den premios, nunca he sido una actriz premiada, para mí los premios son el reconocimiento directo del público, cuándo me ven en la calle, el reconocimiento que como tú, me dan algunos periodistas, pero nada más”.
Hoy desde aquí desde este espacio, convoco a que la crítica especializada premie a Azela Robinson, por su excelente trabajo, en la telenovela “Yo no creo en los hombres”.  Estoy seguro que  Josefa quedará en la historia del melodrama como un personaje clásico de dolor y amargura.
Sé que para Azela Robinson, vendrán nuevos retos y aventuras en la actuación y cumplirá su sueño, de ser reconocida y respetada como lo fue Ofelia Guilmain, a quien absolutamente todo el mundo llamó “Maestra de actuación”…
Hoy Azela Robinson, quiero agradecerte ser un ejemplo de disciplina y dedicación en tu carrera, agradezco tu amistad de muchos años, y agradezco que seas una mujer de una sola pieza, sin dobleces, caretas y que te muestres tal y como eres.
¡Mi respeto y mi admiración para ti y que sigas aprovechando el talento que Dios te dio!…¡Felicidades primera actriz Azela Robinson!

Por: Dioni González
Mucho hemos hablado y escrito de la excelencia de Yo no creo en los hombres, del equipo de producción en todos sus rubros y del gran elenco que reunió Giselle González, pero poco hemos comentado sobre la extraordinaria labor del elenco juvenil, de esos actores que se están abriendo camino y que en esta telenovela han estado al pie del cañón, absorbiendo de los grandes que tienen al lado y de la manera en la que lograron llegar y mantener el nivel que requiere una realización de este tamaño.
Y creo que hay que reconocer a Fabiola Guajardo, el trabajo que dio en cada escena. Estoy segura de que estamos hablando de una actriz que a partir de este momento ya tiene en su futuro títulos protagónicos y hasta de primera actriz.
Con Isela Ramos hizo a una persona tan compleja y difícil de interpretar que, por supuesto, vale la pena reconocer lo que hizo. El sufrimiento que transmitió, esa ternura de alguien con una soledad tremenda que desde pequeña se sintió criada sólo para cumplir una venganza por la que pensaba era su mamá. Isela, a quien tenías que odiar por meterse en un matrimonio supuestamente perfecto, herir a buenas personas y a quien se le pusiera enfrente, pero era tanta la necesidad de cariño y amor que tenía que nunca se pudo convertir en ese mujer fría y superficial que cumplía con las órdenes de la mente maligna de Josefa.

Con qué calidad lo hiciste Fabiola, déjame felicitarte, porque sé perfectamente que llegaste con el nervio lógico de enfrentarte en tus primeras escenas a la violencia de un personaje como el de Azela Robinson que, de entrada, así en las grabaciones de inicio te golpeaba, jalaba el pelo, incluso te mordía. Por otro lado, a la seducción de un hombre interpretado por Alejandro Camacho, nombres, personas y personajes que imponen. Sé también que dijiste:  “sin miedo yo le entro, yo aguanto”.
Y el resultado de todo eso y mucho más: la proyección en pantalla de una actuación de altísimo nivel, que estuvo al tú por tú con cada uno de los primeros actores que tuvo al lado en momento de drama y tragedia absoluta.
No es su primer telenovela, inició en Esperanza del corazón y Por ella soy Eva, subieron sus compromisos actorales en Corona de lágrimas y De que te quiero, te quiero. Y ahora, contundente en Yo no creo en los hombres está, según mi punto de vista, el gran despunte, una producción de la que se lleva grandes ganancias, como clases personales en campo de trabajo con histriones de la talla de Azela Robinson y la dirección de uno de los mejores: Eric Morales, un éxito de la televisión y muchas tablas. Y nosotros, como público, la ganancia de vivir intensamente, conmovernos y emocionarnos con Isela, gracias a Fabiola.

Por: Ruben Avina

Hay actores con enorme trayectoria, tablas y talento que, telenovela tras telenovela, se la pasan rezagados con personajes de soporte que –por desgracia– en la mayoría de las ocasiones, son simples rellenos, sin una real identidad o sustentos que les den la oportunidad de lucirse, de acuerdo a su nivel actoral.
            Muy de vez en cuando se les hace justicia, como sucede actualmente en Yo No Creo en Los Hombres, donde la productora, Giselle González y la escritora Aída Guajardo (con el apoyo de los directores, Eric Morales y Xavier Romero), han rescatado a varios, con personajes redondos y una importancia vital dentro de la historia, donde ninguno está de más.
            Entre tantos que conforman el elenco de esta producción, en esta ocasión, hay que destacar el trabajo espléndido de una actriz como Luz María Jerez, quien gracias a su personaje de Alma (tan plagado de matices) ha revivido, aunque, paradójicamente, el día de hoy pasó a mejor vida, con una muerte digna del personaje que representó y, en especial, de la actriz que nos recordó que es una de las grandes en el género del melodrama.
            Una víctima más en la historia. De ese tipo de víctimas con las que muchas mujeres se pueden identificar. Una víctima que se volvió entrañable, pero, sobre todo, digna y respetable, gracias a la señora Jerez, a su entrega tan evidente e impecable, brillando como nunca y aportando su granito (o granote) de arena, como parte esencial de una de las telenovelas mejor logradas de los últimos años.
            Descanse en paz Alma de Bustamante (allá, en el cielo, a donde seguramente fue a dar) y ¡viva una actriz del calibre de Luz María Jerez!

Por: Ruben Avina

Para Gabriel Soto, galán y casi super héroe de Yo No Creo en Los Hombres, quien la semana  pasada, para beneplácito de muchos televidentes, le puso tremenda golpiza al villano Daniel (Flavio Medina).

Una golpiza muy bien coreografiada, espectacular, creíble y disfrutable.

Después de tremendo resbalón que le tocó en Libre Para Amarte, a Gabriel, luego de 16 telenovelas, le llegó su gran oportunidad en Yo No Creo en los Hombres, como Maximiliano Bustamante, como punto clave en su trayectoria telenovelera, sirviendo, además como un buen ejemplo de constante superación y entrega, luego de que en otras producciones como Sortilegio, Un Refugio Para el Amor y hasta Amigas y Rivales (donde interpretó algo así como la versión masculina de Betty la Fea), ya había dado muestra no sólo de sus aptitudes histriónicas, sino más que nada (y eso se le aplaude), de ese entusiasmo constante por entregarse de lleno a su trabajo y a cada uno de sus personajes.

La verdad, cuando era integrante del trío Kairo y supimos que había decidido entrarle a la actuación, nunca imaginamos que llegaría tan lejos como actor, paso a pasito. De los pocos que, actualmente, combinan muy bien la imagen de galán-actor, demostrando que sí se puede.